El territorio ausente

Antología de Voces Migrantes.
Proyecto ganador de la Beca de Crítica Cultural y Creativa (Ministerio de Cultura de Colombia, 2021).

Toda antología monitorea las pulsaciones del gusto literario de una época o región. Estas son auténticos mapas de rastreo de la tradición y de las dinámicas renovadoras de las letras y la cultura. La forma antológica cumple así varias funciones: i) el ideal de divulgar la cultura en todas sus manifestaciones; ii) participa en los procesos de democratización literaria; iii) visibiliza determinadas obras (inéditas o no) que resultan desconocidas para el público lector. Por último, iv) toda antología trabaja a favor de la historia literaria. ¿Qué quiere decir esto? Que todo grupo de textos antologizado es una ventana de análisis que concentra valiosa información sobre el acontecer literario de una región o periodo específico, el desarrollo de un género, la fuerza renovadora de una generación o de un movimiento literario en particular, y garantiza, al tiempo, el vislumbramiento de las tendencias, subrepticias o declaradas, de una nación literaria.

Estos criterios los sigue El territorio ausente, antología de voces migrantes del Caribe, merecedora de la Beca de Crítica Cultural y Creativa 2021 del Ministerio de Cultura. Esta antología híbrida, de tema-autor(a)-género, tiene la particularidad de agrupar un número considerable de poemas, cuentos y fragmentos de novelas pertenecientes a narradores y poetas del Caribe colombiano contemporáneo en condición de extranjería en diversas partes del mundo. La selección tiene forma de tríptico: i) una primera parte dedicada a la poesía, organizada siguiendo una línea temática que va desde los orígenes hasta la vuelta a lo esencial de las cosas y el ser; ii) la segunda parte se concentra en la narrativa, en los relatos cortos y en fragmentos de historias de más largo aliento. A cargo de las curadoras y antólogas, iii) la tercera parte completa las últimas piezas de este armazón, introducidas a manera de textos críticos (muy del tipo del ensayo personal y menos próximo al estudio académico), donde se permiten analizar la obra de estos autores y autoras desde su condición de migración y de migrantes literarios. De manera que, acostumbradxs mayormente a las antologías de cuento y poesía de las últimas décadas en la región, indispensables para pensar la evolución de estos géneros y mapear el temple artístico de sus cultivadores, veremos que El territorio ausente se concentra más en la figura del autor(a) y menos en la del género, sin que este termine siendo pieza decorativa. Interesa, particularmente, la raigambre mixta del autor(a) migrante (el “allá-aquí”, el “dentro-fuera” del territorio) que determina dos aspectos: i) la configuración poética de sus producciones artísticas; y ii) el punto de enunciación y la distancia crítica, permitida por la diáspora, desde los cuales repiensa el paisaje local.

Collage creado a partir de una obra de David Murillo, el artista costeño que ilustró la portada de El territorio ausente. De izquierda a derecha, aparecen los retratos de: Lauren Mendinueta, Efraín Villanueva, Ashanti Dinah, Jaime Manrique, Laura Estrada Márquez y Fadir Delgado.

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Las voces aquí compiladas, antes de haberse visto afectadas por la condición de extranjería, por la lengua foránea o la tempestad del nuevo paisaje, se sintieron amarradas, primero, al territorio propio y, después, al acto de escritura. Esta simple y aparentemente trivial organización de los hechos posibilitó, con el tiempo, una curiosa ambivalencia: la lejanía del autor(a) del territorio de origen, del Caribe, de Barranquilla, y la fuerte presencia de este contexto, sin ya estar en él, en sus narrativas y poéticas. Pero no es esta la única raíz de la que se nutren estos proyectos. La poesía de Lauren Mendinueta está anclada a la memoria de la infancia (casa, jardín, fotografías, álbum familiar, pájaros) y al Caribe no idealizado, pero sí definido en su ausencia. En Laura Estrada Márquez, poeta y feminista fanzinera, el lenguaje vuelve a ser animal salvaje, no doméstico, capaz de renombrar las cosas y desvestido de una antigua violencia naturalizada. Jaime Manrique Ardila sigue siendo, tanto en su poesía como en su narrativa, ave mixta (con referencias de “aquí” y de “allá”) o, como mejor lo expresa uno de sus versos, “una invitación al éxtasis y a la muerte”. En cada historia de Fadir Delgado Acosta hay un dragón de signo oculto tras la cotidianidad del espacio y del objeto. Los poemas de Ashanti Dinah Orozco son un telar cósmico vinculante, de ancestros presentes, de Orishas emisarios de Olodumare y de la sangre-memoria negra caribeña. La escritura de Efraín Villanueva, especialmente en Tomacorrientes inalámbricos y en su diario pandémico, tiene un carácter contemplativo y el sentido (de todo) explota desde el interior de las cosas y los personajes.

Ahora es tiempo de que el lector(a) pase a las siguientes páginas.

 
Julio Penenrey Navarro
Barranquilla, febrero de 2022.

Descarga la antología de manera gratuita aquí.

¡Esperamos que la disfrutes!

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