La ventana indiscreta de Bertha C. Ramos: Apuntes sobre una mirona

Tawny Moreno Baloco

Dice que es una mirona.

Una cazadora siempre en ejercicio.

La escritora barranquillera Bertha C. Ramos se encuentra constantemente al acecho: silenciosa, va en busca de la presa. Vigila. Aguarda hasta que logra vislumbrarla. Una vez la tiene entre ceja y ceja, se dispone a lanzar con agilidad la flecha fulminante que es su escritura. Como buena cazadora, logra aniquilar al lector con un solo disparo. En los relatos de esta autora, ninguna sílaba está de más. El peso que Ramos otorga a sus palabras le permite tejer con pocos hilos escenas vívidas, poderosas e inquietantes. Con unos cuantos adjetivos, esta mirona dibuja con fuerza y precisión los rasgos esenciales de unos personajes que nos resultan tan cotidianos como extraños.

“Este no es un libro para olvidarse de uno mismo y flotar en destinos ajenos, sino un libro para caer justo en el centro de nuestra propia existencia”, escribió Pedro Mairal sobre Teoría de la gravedad (2019), la más reciente publicación de la cronista argentina Leila Guerriero. Sin duda, yo afirmaría lo mismo sobre Palabras Pesadas, la obra que Bertha Ramos lanzó a finales de 2019; esta antología de cuento breve también es un libro para caer justo en el centro de nuestra propia existencia. Al igual que Guerriero, la escritora barranquillera posee una mirada feroz, una gran capacidad para condensar en imágenes la gravedad de las experiencias cotidianas. En el prólogo al libro, Mairal afirma que las breves piezas que componen Teoría de la gravedad son como fotos ardiendo. Yo afirmaría que los “brevísimos” de Ramos son como instantáneas que ella toma desde la ventana de su apartamento. En sus relatos, uno puede observar a los inquilinos que viven en la torre de enfrente y descubrir con cierto asombro que, si se mira con atención, las ventanas comienzan a transformarse en espejos. Como ella misma afirmó en una pasada entrevista con Aluvión [1]: el poder de seducción que despiertan los personajes de Palabras Pesadas “es semejante al que uno siente por sí mismo frente al espejo del baño, porque siempre nos topamos con un ser desconocido del que, sin embargo, algo sabemos”.

 

«Con unos cuantos adjetivos, esta mirona dibuja con fuerza y precisión los rasgos esenciales de unos personajes que nos resultan tan cotidianos como extraños».

La publicación de estos “cuarenta relatos cáusticos” constituye un hito importante para la literatura del Caribe colombiano. Tal y como se afirma en la presentación que acompaña los brevísimos, con Palabras Pesadas la editorial Mackandal despojó del calificativo de inédita a la obra de esta narradora que durante los últimos veinte años había difundido sus creaciones de manera fragmentaria [2]. En sus instantáneas Ramos demuestra una gran maestría en la composición de microrrelatos, al igual que, como ha señalado Enciso [3], una inobjetable agudeza para criticar y exponer con humor ciertas situaciones que el hábito suele forzarnos a aceptar con resignación (y frente a las cuales es preciso rebelarnos).

Esta antología cayó por primera vez en mis manos a finales de 2019. Ya desde las primeras líneas, las palabras de Ramos me fueron arrastrando cual violentos arroyos. Cada uno de estos parecía desembocar en el mismo río: uno cuyas aguas siempre me devolvían mi propio reflejo. Como vaticinó Farides Lugo en el comentario de la contraportada, yo cerraba cada tanto el libro entre carcajadas y silencios prolongados, descolocada y confundida, preguntándome qué acababa de leer.

Personajes como “Ella” y “Él”, como “Mamá” y “Papá”, como “Tía” y “Hermana Mayor”, emergían de las aguas. Estos seres “casi anónimos”, como los llama nuestra mirona, aparecían frente a mí y me exhortaban a observarlos mientras realizaban toda una serie de acciones que a primera vista podrían resultar triviales e insignificantes. Se trataba, por ejemplo, de la silenciosa violencia que se teje en los matrimonios tradicionales; el profundo terror que algunos sienten frente al paso del tiempo y el envejecimiento de los cuerpos; el prohibido y a la vez omnipresente erotismo que habita en todas las relaciones intrafamiliares; la frustración y la envidia que ocasiona en algunos (y, sobre todo, en algunas) el ejercicio de una sexualidad femenina activa y desabrochada; las caras grises y agridulces de una maternidad impuesta; el imperante clasismo que regula la mayoría de las interacciones sociales y que, en muchos, siembra un férreo autodesprecio.

Uno de los textos que más fascinación y desconcierto me produjo se titula “La pedicurista”. En él, la autora da cuenta de las tensiones y batallas que se cocinan hasta en las interacciones más banales. A continuación, reproduzco el relato:

Nadie conoce su nombre porque hasta los celadores de la Torre de Pompeya la llaman el pajarraco. Y es que esa pedicurista es obstinada, aun sabiendo que le causa repugnancia su trabajo, lo realiza diariamente con la rigurosidad de un cirujano. Eso sí, cuando toma el alicate, al pajarraco se le escapan unos suspiros cortitos y unas sonrisas torcidas y un viejo resentimiento. Zaz, zaz, zaz pedacitos de cutículas. Zaz, zaz, zaz decapitadas las uñas. Jamás se dirige a sus clientes. Zaz, zaz, zaz les propina golpecitos a los pies. Zaz, zaz, zaz les señala con el índice cómo tienen que moverse, y si los pies no obedecen, reprueba con la cabeza y los castiga con el mango de la lija. Eso sí, las uñas quedan perfectas. Cuando acaba su tarea parece que el pajarraco se confundiera, y de la mata de pelo asoma un rostro desconsolado que pregunta con angustia: «¿Le gustó?». (p. 78)

En mi opinión, resulta evidente que en “La pedicurista” Ramos realiza una mordaz crítica social. En este relato, la narradora da cuenta de las pequeñas violencias que los oprimidos pueden ejercer mientras realizan sus quehaceres. Al tener el alicate entre las manos y los pies del otro a su disposición, la pedicurista se arma y, zaz zaz zaz, toma consciencia de su fuerza. Desafortunadamente, cuando llega la hora de guardar las herramientas el pajarraco vuelve a mostrar complacencia y sumisión: las jerarquías permanecen intactas.

Esta mordacidad con la que Ramos disecciona la cotidianidad también fue percibida por los asistentes al ciclo de talleres de lectura crítica que Aluvión organizó entre septiembre y octubre de 2020. “Crítica”, “irónica”, “cruda”, “contundente” y “cortopunzante” fueron algunos de los adjetivos con los que describieron la obra de nuestra mirona. Según Adriana M. Valera, una de las participantes, Ramos demuestra en su escritura una excepcional capacidad para observar, la cual está, a su vez, atravesada por una disposición para el asombro. De acuerdo con Valera, la autora es capaz de condensar en una imagen los detalles fundamentales de un personaje o de una relación. Como afirmó la misma Ramos en la entrevista antes citada, su mirada tiene “un efecto de zoom”.

Cuando pienso en Bertha C. Ramos, y en los inquilinos sin nombre que habitan su Torre de Pompeya, suelo imaginarla espiándonos desde la ventana de enfrente. La mirona que imagino se parece [4] al protagonista de La ventana indiscreta (1954), esa película de Alfred Hitchcock en la que un fotógrafo convaleciente observa a los vecinos desde su apartamento. A diferencia de este último, quien en su aburrimiento se obsesiona con vigilar a un presunto asesino, Ramos está más interesada en retratar las pequeñas muertes, esas que experimentamos día a día en medio del tedio y el cansancio. La fuerza y la contundencia de sus “brevísimos” radica en su capacidad para desnudar con perspicacia los dramas y conflictos que se ocultan bajo el velo de la trivialidad.

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[1] Lea la entrevista completa aquí: https://proyectoaluvion.com/entrevista-a-bertha-c-ramos/

[2] Cabe destacar que la edición de Mackandal, a cargo de Farides Lugo, contó con la participación de Geraldín Acevedo y Valentina Orozco, quienes diagramaron e ilustraron los relatos de Ramos. Al ver el diálogo que las artistas entablaron con la narradora, es posible afirmar que Palabras Pesadas es un libro-objeto dotado de un poderoso componente de poesía visual.

[3] En julio de 2020 Juliana Enciso publicó un ensayo sobre esta antología. En su texto, la crítica analizó las diversas funciones que cumplen el humor y el sarcasmo en la obra de Ramos. El ensayo completo se puede leer aquí: https://literariedad.co/2020/06/15/palabras-pesadas/

[4] Y no sólo se le parece en lo mirona. Además de ser una excelente narradora, Bertha C. Ramos posee una gran afición a la fotografía. Tanto sus relatos como los disparos que efectúa con la cámara son, como ella misma reconoce, formas de “asumir la brevedad”, formas de condensar lo esencial en unas cuantas imágenes.

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Este ensayo se realizó gracias a la Beca de Crítica Cultural y Creativa 2020, ofrecida por el Ministerio de Cultura (Colombia). Aluvión fue uno de los proyectos ganadores de la mencionada beca.

Esta entrada tiene 10 comentarios

  1. Martha Elena Ramos Roca

    Demoledor.

  2. Bertha C Ramos

    Gracias TawnyMoreno, por comprender y traducir hermosamente esas rarezas que suscitan la escritura.

    1. Tawny Moreno Baloco

      Gracias a ti.

  3. Johanna

    Tawny, tu exquisita presentación de Bertha Ramos me ha dejado con hambre de leerla. Tremendo menú el que anuncias!!!

    1. Tawny Moreno Baloco

      Bon appétit! Abrazos. Y gracias por leer(me).

  4. Marta Rosario

    Quieo leer y entrarme en esas palabras pesadas !

  5. Joanne Rochette

    Estoy completamente de acuerdo con tu hermoso texto Tawny! La fuerza de la escritura de Bertha C Ramos es impresionante y sus miradas nos cambian.

    1. Tawny Moreno Baloco

      Muchas gracias, querida Joanne.
      ¡Y qué emoción que «Le rire de García» se publique en español gracias a Mackandal!
      Deseo leerla pronto.
      Un abrazo hasta Canadá.

  6. Luz Estela Fajardo

    Este es un texto cuidado, profundo y ordenado. El análisis sobre la forma de los textos es la apertura a un ensayo crítico que nos pasea luego por el análisis de los temas y recala en el análisis del contenido, atravesado siempre por la observación minuciosa e indiscreta a la escritora casi como equilibrando la balanza frente a unos relatos que parecen leer al otro sin permiso.
    Estupendo texto, una delicia leerlo!

    1. Tawny Moreno Baloco

      Querida Luz Estela: muchas gracias por tu lectura cuidadosa y por la generosidad de tus palabras. ¡Un abrazo!

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